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viernes, 25 de julio de 2008

EL MEJOR DEL MUNDO... MI ABUELO

Hay personas a las que creo que jamás voy a poder dejar de querer y una de esas es mi abuelo. Cuando hablo sobre él, sé perfectamente que se me ilumina la cara y mis ojos toman un brillo especial, creo que esto se debe a todo lo que le echo de menos; pero hay cosas que ni siquiera la muerte nos puede arrebatar, los recuerdos. Hoy durante mi fantástica siesta de 3 horitas he soñado con él (cosa bastante habitual) y quién mejor para mi post de hoy…
Bueno, os lo presentaré: Ignacio Marcelino Martínez (Totó). Nació el 20 de noviembre del 1918 en Haro y falleció el 23 de febrero del 2002 en Logroño; siempre le ha gustado la historia y parece que eligió las fechas para el principio y fin de su propia historia.

El segundo de tres hermanos, se presentó como voluntario para ir al frente en 1936, a su vuelta continúo con su carrera futbolística (Haro, Logroñés, Osasuna, Zaragoza, Recreación…, no era especialmente alto pero esto lo compensaba con su bravura y con que lo mismo le daba tocar el balón con la derecha que con la izquierda), estudió tres año de medicina carrera que abandonó porque no era lo suyo, trabajó en Aviación dónde fue condecorado con la medalla al mérito del trabajo, se casó con su novia de toda la vida (su Mari)aunque fueron muchas, muchísimas las que le tiraban los trastos, su primogénito Ignacio murió a los pocos meses de nacer y al tiempo nació mi madre (Cristina, la niña de sus ojos, su consentida).
Con el tiempo pasó de ser papá a ser también abuelo, era más gamberro que Igna y yo juntos, nunca olvidaré cuando le esperábamos en la puerta de Garaje España por las tardes para montarnos en su “850 Especial” y guardar el coche, los dos minutos que nos costaba subir la rampa y aparcar eran toda una experiencia. También recuerdo cuando jugábamos al mus siendo yo una rata, las vacaciones, cuando me compraba algo y le decía ”buen chico, buen chico”, los besos que le daba a mi abuela por el pasillo de casa, cuando bajaba al patio a buscarme para ir a comer a su casa, su buen paladar para los vinos (agua negra) en compañía de mi padre, su afición por la Laurel, sus grandes amigos, las canciones que no parábamos de cantar (“ya no vienen los que antes venían, a cantar el…”), su risa, sus desayunos con La Rioja, El Correo y el ABC, siempre con zapatos en casa y en invierno con americana y corbata, cuando le sentaba en el baño para afeitarle (y se dejaba, con miedo pero se dejaba), los partidos de fútbol en los que hacía algún pase que otro a su querido Real Madrid, mi despedida horas antes de morir y el beso que le dí en la mejilla como fin de nuestra historia en esta vida.
Sus últimos meses de vida fueron duros, quiero pensar que no sufrió; pero el Alzhéimer se apoderó de él (una de las enfermedades más crueles). No era capaz de reconocer a mi madre (creía que era su hermana) o a mi hermano (pensaba que era su amigo Parellada), al menos a mí sí que me conocía, creo que gracias a los gritos que le metía desde la puerta, una parte de su cabeza le decía “Ignacio, la chiquilla”, se despejaba, poco tiempo pero podíamos hablar de todo y cuando me hablaba de novios… siempre me decía “contra quién vas ahora hija??”.

Un gran hijo, un gran hermano, un gran amigo, un gran marido, un gran padre, un gran abuelo… un gran tipo.

Va por ti abuelo!!!!.Te quiero y jamás te olvido.

4 comentarios:

J.L. García Íñiguez dijo...

Pues por fechas, es posible que jugara con mi abuelo en el Logroñés. Gran hombre, mi yayo también. Un día os hablaré de él. Eran de una generación distinta, pero con mucha clase.

CRIS dijo...

Tenían toda la clase del mundo y más... Qué grandes son los abuelos!. MUAK

Anónimo dijo...

Puede ser que jugara en el Granada en el año 49/50?

CRIS dijo...

En el Granada no..., gracias por leer