OKUPAS

Resulta curioso, pero el okupa que tengo en casa es el mismo que tuve al poco tiempo de empezar a vivir en mi casa; lo único es que las circunstancias han cambiado la primera vez fue únicamente una noche y en esta ocasión esta es su cuarta noche… Pero lo verdad es que con okupas así da gusto, no dan ninguna guerra… para cuando me voy a trabajar él ya no está y cuando hoy he llegado de jugar al pádel estaba en casa de mi hermano preparándonos la cena… Además, tengo que admitir que es agradable oler en casa un perfume que no es mío... Lo gracioso es que el okupa es un amigo de Igna, que para mí es como un hermano; pero él dice que está mejor en mi casa, así que aquí lo tengo…
Por eso, mi post de hoy está dedicado al okupa que tengo en el piso de abajo, creo que esta es su última noche aquí. Por fin la jeta de su ex se larga de su piso y puede volver a casa (la verdad es que no entiendo cómo puede haber gente con la cara tan dura, que le cueste casi una semana hacer las maletas e irse del piso de su ex; pero como Mr. R es un buenazo…).

Este okupa no tiene nada que ver con las que tuve hace unos tres años, Dios!!!, fue la peor semana de mi vida. De repente un domingo suena el móvil, veo que es mi amiga Miss. S y no contesto, me vuelve a llamar y no contesto, a la cuarta llamada contesto y me dice que está en la puerta de mi casa, que si estoy… Y claro, en ese momento abro la puerta y me encuentro a mi amiga a todo llorar, dos maletas y a su hija de tres meses en el cuco; en ese momento no me imagino la semanita que se me venía encima. Total que consuelo como puedo a mi amiga, que había discutido con su padre y se había largado de casa (claro, ella vive en Madrid y no se va a ir de repente no?), le preparo la cena, baña al bebé, el bebé se toma el biberón, todas a la cama; mañana será otro día y qué otro día!!!. Cuando a primera hora paso por la habitación de invitados veo que ella y la peque duermen, todo bien, me voy a trabajar. Por la mañana me bombardea a mensajes: que haces, cuando llegas, que hay para comer, cuando subas compra pañales, las galletas se han acabado… Pero lo peor estaba por llegar, salgo de currar, hago la compra, preparo la comida, recojo, me vuelvo a la ofi, los mensajes de control no cesan y ahora encima van con fotos que reflejan el penoso estado de mi casa…; para más inri, mi padre estaba ingresado y a mí no me daba la vida. Total que en un momento de desesperación llamo a otra amiga para desahogarme y me dice que ella también viene a pasar la noche. Pero que no es una fiesta, que es una pesadilla!!!!. Cada vez más okupas, mi cocina llena de biberones, tetinas…; el salón invadido de muñecos, pañales, chupetes…; un bebé que no para de llorar, mis dos amigas pedo para olvidar las penas, yo echando humo por las orejas… Llamo a mi chico de turno para contarle mi crisis y me dice que las deje en casa y me vaya a la suya “no puedo!!!, si me voy la invasión puede ser total!!!”. Al no abandonar el frente lo único que no lograron conquistar fue el piso de arriba, menos mal que por lo menos respetaron mi habitación y mi baño, aunque a los días me di cuenta de que me faltaba ropa “es que no tenía qué ponerme…”; no quiero saber más devuélveme la ropa y ya.

La verdad es que esto de los okupas es toda una experiencia, pero hay que diferenciarlos; a okupas como Mr. R les doy llaves, pero a los que son como Miss S no se me ocurre…